8.30.2011

Cuando muera, me gustaría que me recordasen por mis malos hábitos.

Por esconderme del ruido, de las responsabilidades, del tiempo y de las personas. Por preferir mis precarios versos antes que la comunicación hablada y el éxtasis narrativo antes que la realidad. Por guardar cada cosa que me recordase un momento, y por amontonarlos en mi habitación, mi gran cápsula del tiempo.

Me gustaría que alguien reconociese mis escondites; las páginas en blanco, las palabras ajenas de escritores desconocidos, las mentes atemporales, las conversaciones periféricas.

Me gustaría que me recordasen en los momentos donde los caracoles hagan maratones en el concreto y donde los lunares de la lluvia, se multiplicasen en la ciudad.

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