6.19.2011

El alimento de los poetas

Siento como el frío de la ciudad
me congela los huesos
mientras mi cerebro
en sequía
busca inspiración.

El viento inmortal
de la ciudad de Valparaíso
intenta distraerme,
hacerme olvidar del frío que siento
causado por él mismo,
y se disculpa danzando
con la misma vitalidad
que inspiró a otros antes que a mí.

Ya casi ni quedan
musas vírgenes,
y he de conformarme
con detener mi vista
en la marea de pensamientos,
que pisan sobre mi cerebro
los caminos hechos
por los cuales paseo
en busca de inspiración;
huellas marcadas,
guías invisibles
que llevan lugares ya descubiertos.

Este tipo de cosas
son las que me hacen odiar
a la madre que engendra poetas;
ser inconsciente
que no entiende
que para tener tantos hijos
tiene que saber cómo alimentarlos.