6.23.2010

Reciclaje en la sala de espera.

Una pequeña mosca que acababa de salir de un basurero, decidió salir a caminar en un día de verano, sacó sus alitas, y se puso en marcha.

A medida que se esforzaba en volar, el calor de su cuerpo comenzaba a aumentar, y fue tanto, que cuando pasó cerca de un edificio, se metió en él por una ventana que estaba abierta, entró en una habitación donde en ese momento habían 4 personas y se posó en la mano de una de ellas, la que sin piedad la aplastó.

El cadaver de la pequeña mosca yacía en una sala de espera, donde las 4 personas que estaban ahí, esperaban la entrega del sobre azul que le sindicaba el término de su vida. La recepcionista les había comentado que ellos tenían la oportunidad de dejar algo de ellos aquí, en la vida, para que alguna persona que lo necesitase pudiera utilizarlo.

Mientras esperaban sentados, 3 de ellos decidieron matar el rato conversando, era lo único que podían hacer en ese momento, después de todo en algunos minutos les llegaría su hora.

Uno de ellos era un músico, increíblemente virtuoso, tocaba muchos instrumentos, pero él prefería el piano por sobre muchos, su juventud la vivió en conservatorios, pero no se arrepentía de eso, después de todo, era lo que a él le apasionaba. El segundo era un joven, el más joven de todos los presentes en la sala, le gustaba mucho salir de fiesta, conocer chicas, jugar al "mete saca" y luego olvidarse de ellas, reconocía ser un Don Juan, pero no le interesaba. Y el último era un escritor, ganador de muchos reconocimientos, era una persona humilde, le gustaba leer cuentos, pero él confesaba ser un fanático de los poemas.

"Por favor, que el señor Pedro venga a retirar su sobre" dijo la recepcionista. El pianista se puso de pie, y caminó en dirección al escritorio "¿Qué es lo que quiere dejar en la vida, señor?", "Quiero dejar mis manos" Dijo el músico "Me acompañaron en toda mi juventud, trabajando duro cada vez que los pentagramas me retaban a tocar las notas que contenían" "Como usted quiera" Dijo la recepcionista" Por favor, pase por la puerta de la derecha"

"Por favor, el señor Gabriel, venga a retirar su sobre" El escritor se puso de pie y dijo "Quiero dejar la sensibilidad que siento por las cosas, esa sensibilidad me ha ayudado a escribir cuentos y poemas, y sería bueno que alguien que necesitase de esto, pueda usarlo de la misma forma en que yo lo hice”

También se acercó el menor de todos, entregando su personalidad, para que los futuros oportunistas pudieran pasarla bien tanto como él lo hizo.

Luego de que los tres sujetos entraran por la puerta de la derecha, el último, que permaneció en silencio durante toda la espera, meditaba hacerca de lo que podría entregarle a la recepcionista para que pudiera mantenerlo en la vida.

“Por favor señor, acérquese, venga a retirar su sobre” dijo la recepcionista. El último sujeto se puso de pie, se acercó al escritorio de la recepcionista y agregó “No creo tener algo que pueda dejar en la vida, nunca fui una persona muy exitosa, ni destacada, he vivido 78 años, sin más éxitos que los de terminar libros, cuestionándolo todo y alegarme con cosas pequeñas” dijo el hombre “¿Entonces no dejará nada?” preguntó la recepcionista “No sé si no podré dejar nada, porque tengo algo que nadie podrá reemplazar, y es todo el conocimiento y la experiencia que he adquirido a través de los años, podría dejarlos aquí, en caso de que algún joven inexperto que se sienta perdido los necesite”

Así, el sujeto entregó su experiencia y sabiduría, atravesando la puerta de la derecha y dejando a la recepcionista con un solo sobre, cuyo remitente decía “Mosca”.

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